Elba Martínez Elba Martínez ha andado siempre de encuentro en encuentro, con tesón envidiable, por los caminos de las artes del fuego, del dibujo ; por los caminos de unión entre la cerámica, la escultura, el dibujo
Elba dibuja, diseña, modifica, reflexiona en torno a cada una de sus piezas y que en este caso, esta muestra, tiene un sabor culinario, literario, realista, hiperrealista, naturalista, en cierto sentido global. Hay en ellos además la presencia del arte mural que posee relieves, que tiene intimidad. No mostrada en aquellos hechos a cielo abierto. Podríamos decir además que se trata de una silva, es decir de una composición poética-visual que no abandona el gusto por lo sabroso, el canto a la naturaleza o a las cosas, frutos y verduras, de forma sencilla, como también ya lo había realizado el gran Pablo Neruda, o como dentro de nuestras artes plásticas,
Elba además no cree de divisiones entre arte, artesanía, sino que el mensaje del creador debe fluir a través de su creación, de sus diseños, de sus dibujos, de sus piezas y murales. Por estos predios reafirma su relación con la tierra, con lo telúrico, también se siente motivada por el estudio de las llamadas "Bellas Artes", por el arte culinario, por las plantas, por la agricultura, por la pintura.
Elba Martínez le canta a nuestra vida cotidiana, a la vida de los ancestros y de los Hombres de Maíz, a nuestra arepa, a nuestras frutas y verduras; emula la situación de cada una de ellas, bajo la mirada de la naturaleza creadora de ella misma. Y si queremos observar la técnica, veremos que resulta impecable, fuerte, manejada al dedillo, con un gran respeto y relación con el elemento más importante: nada más y nada menos que el cemento. Elba asume cada una de las piezas expuestas con diligencia apasionante, durante muchas horas que se multiplican en más ideas, en más trabajos, en mayores relaciones con lo telúrico, con la cultura de la tierra, con los caminos de la investigación.ha andado siempre de encuentro en encuentro, con tesón envidiable, por los caminos de las artes del fuego, del dibujo; por los caminos de unión entre la cerámica, la escultura, el dibujo
Elba dibuja, diseña, modifica, reflexiona en torno a cada una de sus piezas y que en este caso, esta muestra, tiene un sabor culinario, literario, realista, hiperrealista, naturalista, en cierto sentido global. Hay en ellos además la presencia del arte mural que posee relieves, que tiene intimidad. No mostrada en aquellos hechos a cielo abierto. Podríamos decir además que se trata de una silva, es decir de una composición poética-visual que no abandona el gusto por lo sabroso, el canto a la naturaleza o a las cosas, frutos y verduras, de forma sencilla, como también ya lo había realizado el gran Pablo Neruda, o como dentro de nuestras artes plásticas,
Elba además no cree de divisiones entre arte, artesanía, sino que el mensaje del creador debe fluir a través de su creación, de sus diseños, de sus dibujos, de sus piezas y murales. Por estos predios reafirma su relación con la tierra, con lo telúrico, también se siente motivada por el estudio de las llamadas "Bellas Artes", por el arte culinario, por las plantas, por la agricultura, por la pintura.
Elba Martínez le canta a nuestra vida cotidiana, a la vida de los ancestros y de los Hombres de Maíz, a nuestra arepa, a nuestras frutas y verduras; emula la situación de cada una de ellas, bajo la mirada de la naturaleza creadora de ella misma. Y si queremos observar la técnica, veremos que resulta impecable, fuerte, manejada al dedillo, con un gran respeto y relación con el elemento más importante: nada más y nada menos que el cemento. Elba asume cada una de las piezas expuestas con diligencia apasionante, durante muchas horas que se multiplican en más ideas, en más trabajos, en mayores relaciones con lo telúrico, con la cultura de la tierra, con los caminos de la investigación.
Willy Aranguren